LAS FICCIONES DE JORGE LUIS BORGES

Una biblioteca fue el laberinto en el que Jorge Luis Borges se internó desde lo cuatro años como un acto de encuentro y desencuentro consigo mismo, una biblioteca fue el paraíso que lo deleitó hasta el fin de sus días, una biblioteca fue el espacio que lo inició en el aprendizaje de idiomas, en una biblioteca comprendió que no existen límites para las palabras y mucho menos para la imaginación; por ello nunca salió de ellas, siguió leyendo y releyendo aun cuando en 1955 se quedó completamente ciego.

Borges nació en Buenos Aires en 1899 y desde ese momento fueron miles de pasos los que dio en función de la lectura y la escritura. Es el creador de obras que trascendieron la literatura latinoamericana del siglo XX y marcaron a su vez un rastro para otras propuestas.

Obras de cuentos como Ficciones (1944), El Aleph (1949) y El libro de arena (1975); libros de poesía como Fervor de Buenos Aires (1923) y El Hacedor (1960); ensayos como Inquisiciones (1925) e Historia de la eternidad (1936); y un reconocido libro de prólogos titulado Prólogo con un prólogo de prólogos (1975) son algunas de las mayores representaciones de la propuesta literaria de Borges

En ellas plasmó su inquietud por los espejos, la conciencia del mundo, los laberintos, el tiempo, la mitología, los sueños, la búsqueda del nombre de los nombres, la memoria, los libros y la realidad incomprensible. Esta versatilidad lo convirtió en un autor que ha trascendido el tiempo y los géneros literarios, en parte por su pensamiento y también por la originalidad de su narrativa.

Bibliotecario, profesor, conferencista, crítico literario y traductor, Jorge Luis Borges recibió más de veinte distinciones que reconocieron el valor en la fantasía de su obra, una de las más importantes fue el Premio Miguel de Cervantes otorgado en 1979.

La profundidad y vitalidad de sus textos le han dado eco a su voz literaria y después de su muerte en Suiza en 1986, todavía resuena en el mundo de las letras.

Visita: Cuentos de Jorge Luis Borges

Creo que la frase “lectura obligatoria” es un contrasentido; la lectura no debe ser obligatoria. ¿Debemos hablar de placer obligatorio? ¿Por qué? El placer no es obligatorio, el placer es algo buscado. ¡Felicidad obligatoria! La felicidad también la buscamos. Yo he sido profesor de literatura inglesa durante veinte años en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires y siempre les aconsejé a mis estudiantes: si un libro les aburre, déjenlo; no lo lean porque es famoso, no lean un libro porque es moderno, no lean un libro porque es antiguo. Si un libro es tedioso para ustedes, déjenlo; aunque ese libro sea el Paraíso Perdido —para mí no es tedioso— o el Quijote —que para mí tampoco es tedioso—. Pero si hay un libro tedioso para ustedes, no lo lean; ese libro no ha sido escrito para ustedes. La lectura debe ser una de las formas de la felicidad, de modo que yo aconsejaría a esos posibles lectores de mi testamento —que no pienso escribir—, yo les aconsejaría que leyeran mucho, que no se dejaran asustar por la reputación de los autores, que sigan buscando una felicidad personal, un goce personal. Es el único modo de leer.

Transcripción de una entrevista realizada a Jorge Luis Borges, en la Biblioteca Nacional de Buenos Aires en 1979.

»El viejo y el mar: una aventura mar adentro«

1. «La literatura no es otra cosa que un sueño dirigido».

2. «Somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos».

3. «Uno está enamorado cuando se da cuenta de que otra persona es única».

4. «Yo no hablo de venganzas ni perdones, el olvido es la única venganza y el único perdón».

5. «El verbo leer, como el verbo amar y el verbo soñar, no soporta ‘el modo imperativo’».
   

6. «No hables a menos que puedas mejorar el silencio».
   

7. «Todo lo que nos sucede, incluso nuestras humillaciones, nuestras desgracias, nuestras vergüenzas, todo nos es dado como materia prima, como barro, para que podamos dar forma a nuestro arte».
   

8. «De mi debilidad, obtuve una fuerza que nunca me abandonó».
   

9. «El tiempo es la sustancia de la que estoy hecho. El tiempo es un río que me lleva, pero yo soy el río; es un tigre que me devora, pero yo soy el tigre; es un fuego que me consume, pero yo soy el fuego».
   

10. «Cualquier vida, por larga y complicada que sea, en realidad consiste en un solo momento: el momento en que un hombre sabe para siempre quién es».

¡Si te gustó este artículo, compártelo!